Se necesitaba arreglar la carretera, para que los productos agrícolas pudieran salir y los excursionistas entrar. Y la carretera se arregló… pero las cosas no han evolucionado tan equilibradamente como se auguraba.
El artículo de E. García Michel publicado en este diario el martes es absolutamente desolador. Ninguno de esos ejes de desarrollo económico son posibles con un medio arrabalizado, deteriorado, esquilmado. La única ventaja de ser un país en desarrollo es poder crecer aprendiendo de los errores de los desarrollados. Y sortear los obstáculos con soluciones ya probadas.
Crece una alarma social a la que las autoridades ni siquiera prestan oído, mucho menos soluciones. Estamos creciendo -urbana y ruralmente- de una manera desordenada, caótica, sin planes, sin sanciones a los que obran sin permisos. No hay una autoridad municipal, provincial, estatal que sienta que este caos amenaza al equilibrio social y económico, poniendo estos dos delante porque el ambiental rara vez les mueve a la acción.