Constanza.-Sumergirse por sus senderos, envolverse en sus más de 600 especies de plantas e involucrarse en su espacio paradisiaco convierten a la reserva científica Ébano Verde en un remanso de incontenibles y deleitables sensaciones.
Iniciar el sendero próximo a la virgen en Casabito, ofreciendo dos exigentes kilómetros que ponen a prueba la resistencia de los visitantes y al llegar al punto de las antenas, se observan los bosques en cada ángulo que la vista alcance.
Luego inicia el recorrido de cinco kilómetros que implican el contacto con un aire puro y exquisito, la inmensa variedad de plantas de diversas especies siendo la más sobresaliente el Ébano Verde, cuyo nombre científico es Magnolia Pallescens, un árbol de madera preciosa. Hay otras especies, algunas muy especiales, como la carnívora Pinguicola Casabitoana, la que se creía extinta hasta que fueron encontrados algunos ejemplares hace unos años en la loma Casabito.
Ubicada a unos 1,500 metros de altura, en esta rica área que la prodigiosa naturaleza ha dotado de un paisaje embriagador, las aves componen celestiales sinfonías que van acompañando las pisadas de los visitantes. A esto se suma la melodía itinerante de arroyos y riachuelos, estas aguas abastecen a la ciudad de La Vega y a las presas de Tavera, a través del río Jimenoa, la presa Rincón, a través del río Jatubey.
Sentarse en las estaciones de descanso es un doble reto, por el irresistible desafío de completar el trayecto y a la vez la indecisión de quedarnos en las entrañas del mágico entorno.
Al final del recorrido, las refrescantes aguas del río El Arroyaso te esperan para completar una inolvidable aventura, requisito obligatorio exigido por Dios para disfrutar de un lugar con características propias del mismo cielo.