Desde su exposición Demente, del 2007, cuando lo conocí, Wilson Abreu ha transitado una senda evolutiva que acentúa su denuncia de índole social y traza una línea divisoria con la estructura de sus anteriores piezas.
Han surgido de su praxis creativa imágenes de una gran fortaleza expresiva, reflejada en una loable economía de líneas y trazos, que convierten a sus personajes en una iconografía documental de denuncia de males sociales, ancestrales y dañinos como la corrupción, la migración ilegal y la violencia.
Su iconografía parece provenir del mundo de fantasmas que creó Juan Rulfo en “Pedro Páramo”. Abreu, sin leer esa novela, recrea su misteriosa atmósfera y el sobrecogimiento de sus personajes que transgreden la realidad palpable.
Abreu trabaja en tres series que reflejan ritos y leyendas de la realidad sincrética nativa. También recrea en sus obras los ritos de la tierra y la parafernalia de la muerte.
Otro tema que aborda es la vida de los buzos de basureros. Abreu extrae de esa temática formas dolorosas y elocuentes, de impactante fuerza expresiva. _
FUENTES DE INSPIRACIÓN
Inspirado en Francis Bacon y Jean Dubuffet, a quienes admira, Wilson Abreu construye su bestiario personal y lo enriquece con los recuerdos de su niñez en Constanza, su lar nativo, donde se familiarizó con chivos, burros, reptiles e insectos. Con esas imágenes recrea sus insólitos personajes y figuraciones, que en la actualidad se aproximan un poco a la abstracción.