Hugo era un hombre normal de baja estatura que vivía del día a día. Recorría siempre varias calles del municipio en búsqueda de hacer cualquier tipo de trabajo que apareciera para ganarse su sustento diario. Vivía sólo, pues tenía dos hijos: una hembra casada y un varón que vivía fuera del país y que tenía muchos años sin saber de él.
Un día cualquiera cansado se dirigía hacia su hogar en eso de las 11: 15 de la noche, caminado por la acera del cementerio municipal a paso lento iba tarareando su canción favorita y frente a la puerta de entrada un reflejo llamó por un instante su atención, el cual se detuvo y observó sin ver nada. Cuando se disponía a continuar, sintió un escalofrío que lo golpeó, se estrujó los brazos y aceleró sus pasos. Ya en su casa, luego de un baño, café y cigarrillo se disponía a dormir. El sueño era pesado, no podía dormir y varias veces sentía el mismo escalofrío que sintió cuando pasaba frente al cementerio.
Al día siguiente lo despertó un mal olor dentro de la estrecha y humedad habitación. Se levantó cepillo, coló café y se sentó a disfrutar de su único desayuno un cigarrillo. El mal olor seguía más fuerte. Revisó la casa por todos los rincones y no encontró nada que desprendiera el putrefacto olor.
Salió como de costumbre a sus andanzas de trabajo. Visito varias casa y no encontró que nada que pudiera hacer. En dos ocasiones hablando con amigos ellos sintieron y expresaron el mal olor que él había sentido en su casa. Ese día regresó temprano a su hogar sin hacer ningún tipo de trabajo, y pasó a visitar su hija y sus nietos. La hija de inmediato luego de saludarlo notó un mal olor. – qué olor a podrido es que hay papá – no sé mi hija, hace varias hora que lo notado en los lugares que he ido. – Se despidió, y camino a su casa que quedaba sólo a par de cuadras. Sintió de nuevo el escalofrío! Llegando a su casa se encontró como de costumbre a su vecina, clara y fresca como siempre la saludó, – como le va lucía, bien y a usted Hugo ? – ahí , ahí. – Parece que usted hizo un trabajo en alguna alcantarilla que trae ese olor a podrido. – Hugo no respondió y con cabeza abajo entró a su hogar. El mal olor seguía con intensidad. Se quitó la ropa y entró baño. Luego de varias estregada con jabón de cuaba, salió a vestirse, pero el olor era más intenso e insoportable. Hizo la misma rutina antes de acostarse , pero el aroma desagradable y los escalofríos no le permitía dormir. Cuando al fin pudo conciliar el sueño, soñaba cosas extrañas, se espantaba, veía imágenes no conocida, sentía una extraña energía y presencia dentro de la habilitación. Varias veces se levantó sudado y a la vez con escalofrío, y el olor a podrido.
Sin dormir mucho se levantó muy temprano y se dispuso con lo poco ahorrado durante meses a visitar una señora que hacia despojo y baños astrales.
Después de contarle Hugo todo lo que se soñaba y los escalofríos que sentía, más el mal olor desprendido de su cuerpo, la mujer sabía en su trabajo le dijo: – todo eso se debe a ” Larvas ” que se le pegan a las personas en los cementerios. Son entidades demoníacas y de baja energía que siempre habitan los camposantos y emiten ese olor a podrido. De seguro usted pasó o entró a algún cementerio en hora en que estaba activa esa ” Larva”. “La gente no entiende que en los cementerios habitan todo tipo de energía negativa y peligrosa decía la señora “.
Hugo recibió varios brebajes y aceites para algunos baños, lo hizo religiosamente como le había dicho la sabía curandera. Al cabo de poco tiempo, sin salir y haciendo todo al pies de la letra, se le fue quitando aquel fatídico mal olor, los escalofríos y los desafortunado sueños y visiones extrañas. Nunca más Hugo volvió a pasar por el cementerio municipal ni de noche ni de día.