Para llegar a la loma La Sal tomamos la carretera JarabacoañConstanza hasta la sección Paso Bajito. A partir de ahí caminamos siete hermosos kilómetros de loma en bajada hacia la caseta de la Reserva donde pernoctaríamos. Este camino puede ser transitado por vehículos 4×4 hasta el río.
A lo largo del camino pasamos por un sembradío de tomates que sería nuestro punto de referencia al regreso. Nos encontramos con sabrosas peras criollas, limones dulces y toronjas, entre otras frutas que tuvimos el placer de marotear para hacer más agradable la caminata.
Cuando los pies quisieron un merecido descanso apareció el río Jimenoa (aproximadamente a mitad del camino), invitando a un refrescante chapuzón en su playa de arenas. Sobre este río pende un puente colgante como vía de acceso hacia el otro lado, resistente por demás, porque a pesar de tener algunas maderas incompletas los motores pueden perfectamente cruzar por él.
EL PUENTE SOBRE EL JIMENOA
Energías recargadas, tomamos camino de subida hacia la caseta de visitantes, a una altura de 1,067metros sobre el nivel del mar, donde nos esperaban los guardaparques y que sería nuestro hogar por una noche. Un pequeño llano rodeado de pinos y verde vegetación nos dio la bienvenida, al igual que unas cuantas matitas de Lulo, rosas silvestres y los espectaculares lirios Cala.
Una invitación al disfrute y la exploración
Es admirable cómo las personas del lugar te dan la bienvenida, con su alegre y sincera sonrisa que solo ves en los campos dominicanos. Un grupo que bajaba hacia el río invitó al grupo a una celebración en la noche entre jaibas y pollosÖ Fue una pena que, por lo lejos, no pudimos asistir.
Entre las opciones a conocer en Loma La Sal están Loma La Golondrina, el lugar más alto de la reserva, a 1,565 metros sobre el nivel del mar, el Acueducto del área y la Loma El Bombillo, a unos 1,400 metros sobre el nivel del mar, aproximadamente.
Escogimos ir al El Bombillo, que como creativos que somos los dominicanos, alguien le puso ese nombre y no supimos la razón. Luego de recorrer unos aproximados 5.5 kilómetros en medio de una vegetación copiosa (tanto que debíamos usar nuestros brazos para separar las ramas y en ocasiones nuestro guía abrir camino) y ya con poca agua para rehidratarnos, divisamos la torre de observación de la zona, la cual es usada para vigilar el área de la reserva. Desde la misma observamos a lo lejos las ciudades de La Vega y Santiago, en unos 360 grados de copiosa vegetación.
Con la tarde fresca y en bajada, divisamos el nacimiento del río, aprovechamos para recargar con agua pura, fría y mineralizada nuestros vacíos contenedores de sedientos caminantes.
Al regreso, y como recompensa por la caminata, un chapuzón en el río La Sal, que se encuentra en el patio trasero de la caseta, para dejar el cansancio de los casi 19 kilómetros recorridos en el día. En la noche tuvimos la recepción de hermosos cocuyos cual puntos de luces danzantes, un espectáculo casi olvidado.
La caseta cuenta con un inversor solar para proveer la energía.
De vuelta
Es triste saber que debemos abandonar tan paradisíaco lugar. Luego del desayuno, el grupo de la Brigada Ecológica Aniana Vargas partió del lugar con nuevas energías para la caminata, observando la fauna del lugar y sin prisas por alejarse del sitio. De nuevo el río Jimenoa nos da la bienvenida y nos invita a relajarnos en sus aguas, ya que nos espera la subida de la loma. Al pasar por uno de los parajes, los amables lugareños nos invitan a sentarnos y descansar, invitaciones que deben ser rechazadas so pena de no marcharnos del lugar.
Cuando vamos a las montañas, sobre todo cuando están copadas de árboles, nos las queremos llevar. Ahí es donde las cámaras fotográficas gritan por una pausa.
Con la esperanza de ver pronto el sembradío de tomates y la promesa de poder llevarnos algunos, proseguimos la lenta marcha ascendente, cuando lo divisamos hicimos pausa para la recolección de las últimas peras criollas, que son poco apreciadas por los del lugar, pero para nosotros un rico manjar. Se acerca el fin del viaje, carretera a la vista y el saborear al final otro poco de agua fría de los colmados del lugar.
SOBRE LA RESERVA CIENTÍFICA ÉBANO VERDE
Hasta el 1989, Loma La Sal estuvo bajo la protección de Foresta y a partir de ese año pasa a formar parte de la Reserva Científica Ébano Verde, creada mediante decreto 417- 89 y administrada por la Fundación Progressio.
Esta Reserva se estableció para garantizar el mantenimiento de los regímenes hídricos del Cibao mediante la protección de zonas como las lomas La Sal (nacimiento del río Camú), La Golondrina, Casabito y otras áreas adyacentes. La Reserva Científica está ubicada en la zona oriental de Cordillera Central.
El área protegida abarca territorios de las provincias de La Vega y Monseñor Nouel, en los municipios de Jarabacoa, Constanza, Bonao y La Vega. Tiene 29 kilómetros cuadrados. Originalmente fue creada con 23.1 kilómetros cuadrados.
Protege al ébano verde, un árbol de madera preciosa, casi en extinción. La pluviometría en esta reserva oscila entre 1,500 y 3,000 mm anuales, lo que la convierte en una de las zonas más húmedas del país. Para visitar el lugar es necesario solicitar permiso por anticipado.