Venir hasta una comunidad de una paleta tan amplia de atractivos y ofertas implica exponerse a al gusto e impacto inesperados de la sorpresa. El apio amarillo de Constanza servido como cena, con huevos revolteados en vegetales, un plato exquisito, ligero, nutricionalmente equilibrado, es una de esas sorpresas, sobre todo si es servido de un restaurante que, como Aguas Blancas, es patrimonio gastronómico declarado (Dominican Theasures).
El apio de Constanza es amarillo, no verde como el que nos asalta desde las góndolas de los supermercados capitalinos. El apio de Constanza, servido con excelente presentación, por una Silvia (la asistente de mesas de turno) sabe mejor por el acento inolvidablemente humano con que esta mujer lo lleva a la mesa.
El apio (Apium graveolens) es una especie vegetal, perteneciente a la familia de las Apiacieas, antiguamente conocidas como umbelíferas.
El restaurante Aguas Blancas es capaz de traducir al código del buen comer, un tubérculo que saluda desde su color inacostumbrado, hasta su sabor suave y complaciente.
Silvia, el angel que administra platos y procesos, es un espejo dulce y tranquilo de paz en el ambiente marcado por la madera de pinos y la decoración tan simple como directa, da la idea de lo que puede valer una atención impregnada de amor por lo que se hace.
El apio amarillo de constanza, que puede ser acompañado no solo son huevos revueltos, es un tesoro que llama a ser descubierto desde esta zona intramontana, que espera avanzar hacia un desarrollo turístico que involucre la comunidad como protagonista del proceso.
Fuente: joserafaelsosa.com