Ya había visitado Constanza, pero no había hecho la ruta guiada por el Cluster, en el cual se orienta de los principales lugares para disfrutar y aprovechar el tiempo. Cada parada fue especial, desde los restaurantes hasta los frutos que da esa tierra. Antes de llegar a Constanza almorzamos en Jarro Pichao, ¡qué delicia y buen gusto en cada uno de los platos!
Era una probadita de lo que nos esperaba allá. Seguimos la ruta y empezamos a subir y a sentir como empezaba a bajar la temperatura del ambiente. Rodeados del verdor de la zona, hasta que llegamos a un alto nos encontramos con su primer parador, donde podemos apreciar la famosa bicicleta, la Capilla de la Virgen y la impresionante vista del hermoso valle que nos esperaba.
Nos tocó un guía muy especial, Nilson Peralta, tan atento como todos los que viven allí. Él nos mostró las flores y el proceso en los invernaderos del Jardín Constanza, nos llevó al salto de aguas blancas: una bendición hecha cascada celestial.
Qué decir del hospedaje en el Hotel Constanza, donde pude dormir tranquila y ver un bello amanecer.
La gastronomía de Constanza es multicolor como sus frutos. Una deliciosa cena con la tradicional cerveza de La Esquina rodeada por sus murales que inspiran, un almuerzo en el restaurante del Hotel Alto Cerro que siempre está dispuesto a brindarnos sus excelentes atenciones con varios platos a elegir y qué decir de Odalis Grill, que nos deleitó con unas deliciosas bandejas de carnes.
Allá pudimos disfrutar un postre de flores. También, debemos resaltar su atractiva fachada dedicada al campo donde placenteramente pudimos disfrutar su rico café. ¡Oh sorpresa! Nos llegaron los dulces que toda persona que va a Constanza debe disfrutar, nos referimos a Dulcería Doña Benza, una marca en Constanza, los cuales nos dejaron con deseos de más.
Todo no pudimos hacerlo en un día, y esperar para subir al “Divino Niño” valió la pena, un aire de respeto y espiritualidad nos esperaba. La historia de su protagonista nos cautivó y llenó de esperanza, con la fe del dominicano, que siempre pone su destino en manos de Dios.
La sorpresa del viaje fue un lugar lleno de color, fresas y alegrías. En la capital de las fresas de Ariyama, nos recibieron dos mecedoras multicolores y una sala con malvaviscos y fresas con una chimenea y un árbol especial. Allí todo es mágico, desde la anfitriona hasta la recogida de fresas, té y jugo para endulzar el alma.
En nuestro último día llegaron los más aventureros, Constanza Adventure, donde la adrenalina se apoderó de nosotros en un recorrido en buggies por el valle. Hermosos paisajes nos llenaron de emoción, en el camino encontramos historias que contar y gente saludándonos con alegría.
Volvimos al hotel donde nos esperaba una rica pizza de Antojitos de Lauren, y una linda chimenea que nos anunciaba que ya era hora de descansar.ç
Escrito por :Yenny Polanco Lovera