Daniel Matías Abreu, un constancero destacado, arquitecto, constructor privado, empresario turístico. La persona comprometida que siempre ha sido, se deja notar en noviembre de 1963, cuando se unió a la insurrección del Movimiento 14 de Junio encabezado por Manuel Aurelio Tavárez Justo, en el frente guerrillero Gregorio Luperón que se concentró en El Limón, Puerto Plata. A consecuencia de estas acciones fue deportado y durante sus años de exilio político vivió en varios países de América y de Europa.
En ocasiones anteriores he escrito sobre él desde otro ángulo. Hoy, con motivo de sus 80 años quiero hacer un reconocimiento al ser humano, engalanado con muchas virtudes: honesto, auténtico; defensor de sus ideales, especialmente de la justicia y de la verdad; donde llega, hace respetar las normas, es organizado; es el asesor ante nuevos proyectos y decisiones que se deben tomar.
Abanderado de los valores familiares, perseverante y respetuoso de los demás, Daniel ha sabido transformar las experiencias dolorosas en fuentes de fortaleza y aprendizaje. Constantemente nos enseña a valorar cada momento de la vida en su justa dimensión, a mantener el entusiasmo, la alegría, el amor al trabajo. Por demás, es incansable y exigente si se propone ver resultados rápidos.
Cuando se sienta a dibujar, sus ideas las lleva a la práctica fácilmente. Su inteligencia analítica me deslumbra, le apasiona la lectura, es una enciclopedia ambulante, sabe de todo y se mantiene muy actualizado, proactivo y destaca su facilidad de expresión, pero lo que más me impresiona de Daniel es su humildad.
Aparentemente impenetrable, frío, calculador, retraído, silencioso, al conocerlo y tratarlo se descubre a un ser humano tierno, amable, cariñoso, capaz de ponerse en contacto con sus verdaderos sentimientos y emociones, con una gran nobleza en su corazón, bondadoso, incondicional, muy considerado con el otro. Hay que escuchar sus reflexiones y comentarios, extremadamente profundos.
Se transforma frente al fuego: observo su ritual al encender la chimenea, la forma como mueve la leña; su mirada le cambia y habla a través de ella; sus ojos verdes se iluminan y se transporta a un mundo diferente.
Valoro su pasión por la música, su amor por los animales, su cuidado con las plantas y las flores. Se mantiene en forma y, por su gran agilidad física, es habitual encontrarlo subido en un techo o en una escalera dirigiendo o supervisando un trabajo, cambiando un bombillo o colgando un cuadro…
Es una persona muy querida y respetada por sus amigos que lo tratan con mucho cariño y escuchan y respetan sus opiniones.
Admiro su relación estrecha con sus hijos y la ternura con sus nietos. De las cosas que más valoro en Daniel es su gran amor a la familia.
Hoy, reconozco a ese visionario que con su ilusión, su trabajo tesonero y su creatividad ideó, diseñó y construyó hace más de 20 años el Hotel Altocerro de Constanza, relanzando el turismo de la zona.
A sus 80 años, Daniel Matías Abreu es un ejemplo para su generación.
Agradezco al universo celebrar al lado suyo sus ocho décadas de servicio a su comunidad y a su país.